Querido 2016:
Se está acabando diciembre, y tú te acabas con él.
No voy a mentirte, este año no ha sido el mejor, tampoco el peor, simplemente no ha estado del todo mal.
Me has llevado al hospital varias veces, te has llevado a mi gato al cielo de los gatos, y me has hecho rodar de trabajo en trabajo como una bolita de papel arrugada.
Has decidido mandarme de baja cuando habia encontrado un trabajo que me gustaba, he estado en el 1004, y de camarera en verano. Pero siempre has sabido darme momentos bonitos. Me has regalado conciertos, noches de amigos y cerveza bajo las estrellas, y he podido ver los fuegos artificiales tunbada en el campo.
Por fin, han decidido darme el alta, y ya no me tomo cinco pastillas al dia para poder sonreír. He recuperado amistades que creía perdidas gracias a youtube, el blog cada día va mejor después de un año y sigo con la misma ilusión del primer día.
Me has regalado algo que era lo único que deseaba tanto, que era la felicidad de mi pequeña familia. Y gracias a tí, ha entrado alguien en nuestra vida, y digo nuestra, porque también el la de mi madre, que nos ha devuelto las ganas de sonreír. Y tienes que ver que sonrisa tan bonita. Ya vuelve a creer en el amor. Y me has dado una hermana, no de sangre, pero al fin y al cabo, alguien que roza la familia y que tiene tiempo para escucharte.
Y hablando de familia de mentira, también están ellos dos, que cada viernes vienen a alegrarme el café, y ella que está siempre que puede conmigo. Y sí, a veces nos pasamos el día cotilleando, y cualquier día el karma nos va a dar en las narices, pero siempre ha sido así.
Gracias por dejarme al hombre de mi vida un año más cerca de mí, y ojalá sea así por el resto de nuestra vida, que por cierto, gracias por regalarme esa proposición de matrimonio, que sin duda, recordaré siempre.
Y la familia que está lejos, esa familia que viene una o dos veces al año a verte, pero que siempre llama los sabados a la hora de comer, esos que viven en plenitud bajo el sol de cádiz, que tengo tantas ganas de abrazar.
Gracias por regalarme una navidad más con los que están, por no habertelos llevado tú, y ojalá no se vayan nunca.
Querido 2016, te acabas, y espero que este final de año, sea muy superior al 2015, que me sentía muy sola.
Se está acabando diciembre, y tú te acabas con él.
No voy a mentirte, este año no ha sido el mejor, tampoco el peor, simplemente no ha estado del todo mal.
Me has llevado al hospital varias veces, te has llevado a mi gato al cielo de los gatos, y me has hecho rodar de trabajo en trabajo como una bolita de papel arrugada.
Has decidido mandarme de baja cuando habia encontrado un trabajo que me gustaba, he estado en el 1004, y de camarera en verano. Pero siempre has sabido darme momentos bonitos. Me has regalado conciertos, noches de amigos y cerveza bajo las estrellas, y he podido ver los fuegos artificiales tunbada en el campo.
Por fin, han decidido darme el alta, y ya no me tomo cinco pastillas al dia para poder sonreír. He recuperado amistades que creía perdidas gracias a youtube, el blog cada día va mejor después de un año y sigo con la misma ilusión del primer día.
Me has regalado algo que era lo único que deseaba tanto, que era la felicidad de mi pequeña familia. Y gracias a tí, ha entrado alguien en nuestra vida, y digo nuestra, porque también el la de mi madre, que nos ha devuelto las ganas de sonreír. Y tienes que ver que sonrisa tan bonita. Ya vuelve a creer en el amor. Y me has dado una hermana, no de sangre, pero al fin y al cabo, alguien que roza la familia y que tiene tiempo para escucharte.
Y hablando de familia de mentira, también están ellos dos, que cada viernes vienen a alegrarme el café, y ella que está siempre que puede conmigo. Y sí, a veces nos pasamos el día cotilleando, y cualquier día el karma nos va a dar en las narices, pero siempre ha sido así.
Gracias por dejarme al hombre de mi vida un año más cerca de mí, y ojalá sea así por el resto de nuestra vida, que por cierto, gracias por regalarme esa proposición de matrimonio, que sin duda, recordaré siempre.
Y la familia que está lejos, esa familia que viene una o dos veces al año a verte, pero que siempre llama los sabados a la hora de comer, esos que viven en plenitud bajo el sol de cádiz, que tengo tantas ganas de abrazar.
Gracias por regalarme una navidad más con los que están, por no habertelos llevado tú, y ojalá no se vayan nunca.
Querido 2016, te acabas, y espero que este final de año, sea muy superior al 2015, que me sentía muy sola.