Es un Sabado extraño. Por la calle veo más gente de lo habitual. Con el frío que hace no me parece normal. ¿Será por qué es carnavales? De todas formas, no hay niños. Solo parejas mayores paseando, y cadáveres conduciendo temprano para ir a sus trabajos.
Yo también soy un cadáver. El maquillaje no pudo tapar las ojeras de oso panda que mi cara, hoy, ha decidido regalarme. Y mi cabeza está pensando en qué me deparará mi mañana de trabajo.
Me doi cuenta de que narro todo lo que pasa por mi cabeza. Y eso me gusta. Seguro qye queda un texto de esos de diez. El reloj no para. Siguen pasando los minutos. La canción se está acabando. ¿Cuál será la siguiente? La chica que está sentada delante de mi, en el bus, lleva demasiado perfume. Y demasiado maquillaje. Me estoy intoxicando. No había visto antes al conductor, quizá sea nuevo. Acaba de subir un señor de pelo blanco. Yo también quiero el pelo así. Es muy cool.
Se me abre la boca. Espero que en la máquina de la oficina haya algún sandwich que no sea de atún, si no me quedaré otro día más sin comer. Tengo muchas cosas en la cabeza. Entre los exámenes, y el trabajo atrasado que tengo, no sé si mi cabeza aguantará toda la jornada sin sentirse dolorida.
Me tomo un café. En la puerta de la oficina ya. Se nota que es sábado. Son caras de personas frustradas por un trabajo mal pagado y aún encima demasiado puteado. Todos entran como con cara de "vaya mierda". Yo también debería entrar. El último sorbo. La última calada. Espero que el ascensor llegue rápido. Saludo al de seguridad; él siempre tiene la misma cara. Seguro que se aburre mucho. Estoy segurísima de que la mitad de los pitillos que estàn apagados fuera son de él. Vale, ahora sí. Entro. Espero que os haya gustado este pequeño "relato". Es algo diferente. Y lo diferente me gusta.

He decidido poner esta foto de Marilyn Monroe, porque me parece una foto en la que ella, como persona fuerte que siempre fue, está vulnerable. O al menos, así la veo yo.